El derecho a reparar: ¿estamos ante el fin de la obsolescencia programada?

Derecho a reparar

El concepto del "derecho a reparar" surge en un mundo donde lo nuevo y reluciente a menudo eclipsa a lo "viejo".  Las tendencias dictan lo que se lleva y lo que no en cualquier sector, ya sea tecnología, moda o automóviles. ¿Cuánto "dura" una prenda de ropa? ¿Y un coche? ¿Es una casualidad que un móvil resulte obsoleto a los pocos años o se trata de una estrategia calculada? 

Hay que tener en cuenta que este frenesí de compras y constante renovación produce grandes cantidades de residuos, especialmente electrónicos. En el caso de la Unión Europea, la cifra de estos residuos asciende a 2.500 millones de toneladas al año. Ahí es nada. 

En este contexto, surge el concepto del "derecho a reparar” como un grito a favor de la sostenibilidad, los derechos de los consumidores y, por qué no, una alternativa que nos permite ahorrar. La obsolescencia programada, la práctica por la cual las empresas limitan intencionalmente la vida útil de un producto, lleva décadas acosando al mercado, y no solo al tecnológico.

Sin embargo, tú, como consumidor, tienes el poder de revertir este ciclo. El deseo de poseer lo nuevo y lo último, la obsolescencia programada que nos motiva a renovar constantemente, y la conciencia ambiental que busca reducir los residuos que generamos, son claros impulsores de este movimiento que busca reparar en lugar de reemplazar. Este artículo explora el movimiento del derecho a reparar, abogando por una relación más sostenible y equitativa con la tecnología.

¿Por qué debes unirte al derecho a reparar o “right to repair”?

Antes de nada, es importante que como consumidores entendamos los momentos clave en la historia reciente de la obsolescencia programada, ya que este concepto y el del derecho a reparar están estrechamente ligados. 

1920: el origen de la obsolescencia programada

La obsolescencia programada tuvo su origen en la década de los años veinte en la industria automovilística de Estados Unidos. Cuando el mercado se saturó y las ventas disminuyeron debido a que la mayoría de las personas que podían permitírselo ya tenían un coche y no tenían necesidad de comprar otro, un ejecutivo de General Motors propuso lanzar nuevos modelos cada año. Esto impulsaría la venta y renovación del coche en aquellos consumidores que ya tenían uno. En aquel momento, esta estrategia se denominó obsolescencia dinámica y buscaba convencer a los consumidores de que su vehículo era obsoleto y necesitaban comprar uno nuevo.
Fue el inicio de la primera forma de obsolescencia programada, la cual luego se desarrolló aún más a través de la asociación norteamericana de grandes fabricantes de bombillas. Dicha asociación obligó a sus miembros a producir bombillas con una duración máxima de 1.000 horas, a pesar de que la tecnología les permitía fabricarlas con una duración de 2.000 horas. Por lo tanto, estaban forzando a reducir la vida útil de las bombillas, la obsolescencia programada.

Pese a que la idea empezó en el sector del motor, la estela de la obsolescencia programada hoy es mucho más extensa y afecta a productos electrónicos, electrodomésticos, software, moda, calzado, juguetes, libros de texto e incluso muebles.

2000: nace el movimiento “derecho a reparar”

En la década de 2000, en respuesta a la cantidad de residuos electrónicos generados por la creciente demanda del consumo y por una industria que en algunos casos forzaba el fin de ciclo de vida de los productos de consumo, surge el movimiento del "derecho a reparar". Su objetivo principal era facilitar a los consumidores la reparación de sus propios dispositivos en lugar de tener que reemplazarlos. Por ejemplo, las baterías de nuestros teléfonos móviles pierden su capacidad de carga con el tiempo, pero eso no debería obligarnos a cambiar de dispositivo sino que deberíamos poder remplazar la batería solamente. Este movimiento busca fomentar la reparabilidad de nuestros productos de consumo alargar la vida útil de los dispositivos. Dicho de otra forma, impulsa la sostenibilidad y busca reducir el impacto ambiental al reparar en lugar de desechar y reemplazar.

2012: Legislación del “derecho a reparar”

Estados Unidos fue el primer país en aprobar una ley de “derecho a reparar” en 2012. Esta ley exigía los fabricantes dar información de diagnóstico y reparación de sus productos tanto a talleres independientes como a consumidores particulares.

Ese mismo año, la Unión Europea acordó obligar a los fabricantes a proporcionar a los consumidores información sobre cómo reparar sus productos mediante la aprobación de la Directiva sobre Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos.

2017: Apple y los reemplazos de batería

En 2017, se descubrió que Apple estaba lanzando actualizaciones de iOS que bajaban la potencia del procesador con el paso del tiempo, haciendo que los móviles, especialmente los iPhone 6, 6S, SE y 7, funcionaran de forma más lenta. En cierta forma, un caso de obsolescencia programada, ya que los usuarios percibían que sus móviles tenían un rendimiento más bajo y que, por tanto, debían de cambiarlo por uno nuevo. Por este motivo, la ley estadounidense obligó a la compañía a pagar una multa y a ofrecer reemplazos de batería para el iPhone 6 y modelos posteriores a un precio reducido. 

2050: Alcanzar el modelo de economía circular

En marzo de 2020, se presenta el Plan de Acción para la Economía Circular en Europa. Este plan busca promover la fabricación de productos más sostenibles, mejorar la gestión de residuos eléctricos y electrónicos y fomentar el empoderamiento de los ciudadanos en cuanto a la gestión del ciclo de vida de sus productos. Además, destaca el "derecho a reparar", que es un elemento clave en la legislación de la UE. Este enfoque integral busca fomentar prácticas más conscientes y responsables en beneficio del medio ambiente y la sociedad con el objetivo de alcanzar un modelo de economía circular en 2050.

3 razones para apoyar el derecho a reparar

1. Porque ayudas al medio ambiente

La industria electrónica es una de las mayores fuentes de residuos en todo el mundo. Al reparar y prolongar la vida útil de nuestros dispositivos, podemos reducir drásticamente la cantidad de desechos electrónicos y ayudar a proteger el medio ambiente.

2. Porque ahorras dinero

La reparación de un dispositivo electrónico suele ser más económica que comprar de uno nuevo. Al unirte al movimiento derecho a reparar, estarás ahorrando dinero y ayudando a reducir tu huella de carbono al mismo tiempo.

3. Porque apoyas la economía local

Muchas veces, al reparar un dispositivo electrónico en lugar de comprar uno nuevo, estás apoyando a pequeñas empresas locales de reparación. Esto ayuda a fortalecer la economía local y crea empleos en tu comunidad.

4. Por justicia social

El derecho a la reparación también tiene un impacto social significativo. Promover este derecho es imprescindible para lograr una sociedad más justa e igualitaria, donde todos puedan acceder a reparaciones asequibles, productos de calidad y sean conscientes de su responsabilidad en el consumo.

En definitiva, el derecho a reparar es una lucha que beneficia a todos: consumidores, medio ambiente, economía local y a la sociedad en su conjunto.